El martes di con una noticia sobre las celebraciones propias de estas fechas en Madrid. Todos los comentarios coincidían: las víctimas son más importantes que Halloween. Eso es indiscutible. Sí, la vida sigue y nos apena tragedias como esta; más los que no podemos evitar cierta empatía. Hablo por mí. Tenemos todo el año para un relato de terror o un dibujo. Vaya ironía el que haya sucedido en estas fechas. Siempre digo que no hay mayor terror que el real; en este caso los últimos instantes que debieron sufrir las víctimas y los seres queridos que deben afrontar —si que es pueden, porque algo así difícilmente se supera— el que no vuelvan a ver a sus seres queridos; aquellos con los que el día de antes o unas horas antes hablaron e incluso hicieron planes. También merece poner el foco en aquellos que lo han perdido todo y que vivirán con esas imágenes imborrables. Y cómo no en aquellos que buscan a sus desaparecidos.
En mi ciudad, Córdoba, a las tres de la tarde el día se hizo noche. Ya escuchaba las noticias del AVE que descarriló en Álora, el desbordamiento del Guadalhorce, los vecinos de Cártama incomunicados o los daños a los invernaderos en El Ejido, por el momento. De pronto se levantó un vendaval. Si vi algo parecido en mi vida, no lo recuerdo. Pensé: «hace nada, esta mañana, hacía un solazo y una caluza primaveral, ¿y ahora parece que se avecina un huracán?». Y ese calor fue lo que originó las DANAs (sí, hubo varias). De pronto cayó el chaparrón y al instante una tormenta bestial (y no exagero). Cuando hay tormenta suelo mirar LightingMaps. Lo que teníamos aquí no era nada con lo que se veía en Valencia. Llevo algunos años mirando ese radar de tormentas en el mundo y nunca vi nada igual. Lo inusual fue ver que esa concentración se mantenía estática sobre la ciudad de Valencia y su área metropolitana. Mientras tanto, la DANA andaluza que entró por el Golfo de Cádiz avanzó hacia las sierras de Jaén y el sur de la provincia de Albacete. Ese frente fue el responsable de la tragedia en localidades como Letur, donde se cobró la vida de una mujer de 90 años.
Raro es el año en el que no haya que lamentar unas condiciones climatológicas extremas en el Mediterráneo: desde Málaga hasta Cataluña; pasando por Baleares. Ante todo desastre natural, como ocurrió en la isla de La Palma, lo importante ahora es ver que lleguen las ayudas y que los afectados, tanto los que han perdido bienes materiales como a sus seres queridos, reciban todo nuestro apoyo. Aunque sean unas palabras se agradecen. Y empaticemos siempre ante la desgracia ajena y condenemos cualquier postureo. Nunca comprenderé cómo pueden haber desalmados que propagan bulos con una tragedia. Huid también de las cifras. Es una tragedia, ya se contabilicen un centenar víctimas que una. Toda vida humana que se pierde vale. Pongamos el foco en esas historias como la de la joven Lourdes que, con su hija recién nacida, contactó para pedir auxilio. Hoy han dado esa noticia que nunca quisiéramos oír.
Que reciban todo nuestro ánimo y mejores deseos en el camino que ahora comienza. Que saquemos lo mejor del ser humano y nos unamos más que nunca.
Un fuerte abrazo.