" Por qué los cabrones ríen y los honrados padecen, por qué no puedo ser libre si no hago daño a nadie". Nach Scratch

viernes, 12 de noviembre de 2010

Con cariño desde la tumba


“Te he visto llorar muchas veces. Al verte muchas lágrimas he derramado por ti. No quiero que te sientas culpable por aquello que pasó, era mi destino. Sé que me sigues queriendo tanto como el primer día. ¿Te acuerdas? Estábamos sentados el uno frente al otro y nos daba vergüenza mirarnos, esquivábamos la mirada y luego agachábamos la cabeza sonriendo.

Te encantaría que el tiempo volviese atrás, que regresara esa época para revivir aquella experiencia y volver a sentir las mismas sensaciones; nuestras pieles y nuestros labios al rozarse. Pero tienes que aceptar que no podrá ser. Solo queda la memoria. Yo no podré volver a besarte, ni mirarnos y sonreír con esa timidez. Nunca lo olvides, pues nunca morirá mientras quede la memoria. Estoy segura de que nunca me olvidarás, pero sí quisiera que tu corazón se vuelva a abrir y que te vuelvas a enamorar.

Mi mayor deseo es poder ver cada mañana una sonrisa de tu boca y quiero ver cómo te ilusionas cada día buscando la luz en tu vida. En esa realidad, yo también alcanzaría la felicidad plena. Sólo tú de esa forma podrías ayudarme a conseguirlo… a quedar en paz.

Nunca pienses que me fui para siempre porque en realidad estoy a tu lado a cada momento. Nunca dudes que siempre te querré. No quise abandonarte, pero cuando en la vida sigues un camino y no encuentras forma de escapar, cuando ves delante de ti el final de ese camino... Me encantaría haber escapado, haberme salvado, pero no pude amor. Ahora tienes que seguir el camino de tu vida sin mí y por mí.

Cuando me añores, imagíname en un lugar donde todo es perfecto, donde ser feliz y estar bien es lo normal. Recuérdame siempre con esa sonrisa que nunca faltaba en mi boca y recuerda mi mirada tierna. Cada vez que sonrías yo lo estaré haciendo también.

Cuando me eches de menos, quiero que imagines el momento en que nos volveremos a encontrar. También quiero que recuerdes nuestros momentos.

Cariño, he de marcharme ya. Me esperan. Te digo que serás muy feliz y vas a volver a encontrar de nuevo el amor. Nunca te olvidaré. Sé fuerte. Un día, no pienses en él, volveremos a reencontrarnos y todo volverá a ser como antes. Disfruta de tu vida. No te diré que nunca sabes si volverás a casa. Cada mañana, cuando te levantas, es un regalo; piénsalo así. Te quiero, mi amor

 

—Siempre te amaré, mi amor —dijo él mientras derramaba sus lágrimas sobre la lápida de su chica.

Se levantó y, tras una última mirada hacia la tumba, salió del cementerio. Se marchó pensando en las palabras que había escuchado en el interior de su mente. Ella quiso despedirse, antes de marcharse hasta que la muerte los una de nuevo.