" Por qué los cabrones ríen y los honrados padecen, por qué no puedo ser libre si no hago daño a nadie". Nach Scratch

domingo, 26 de diciembre de 2010

la cara oculta de la Navidad


Con motivo de las fechas navideñas, hoy os cuento una historia que resume en pocas palabras el verdadero significado de la Navidad y la cara que casi nadie conoce de estas entrañables fechas.

Acostumbramos a las copiosas cenas de Nochebuena y Nochevieja donde productos como el bogavante o los percebes nunca faltaban en la mesa. Ya sabemos este año, como los dos anteriores, pasaremos la Navidad bajo el cobijo de esta crisis económica. Para el chico no fue desapercibida. Tanto, que en poco tiempo la empresa familiar había quebrado hasta terminar en la bancarrota.

Aquella Navidad de 2010 siempre la recordarían con la imagen de una mesa desierta. Ya no estaban ni los bogavantes ni los percebes; ni si quiera jamón, langostinos o queso. Para cenar, aquella noche tenían tan solo un bocadillo de chóped y un vaso de agua. Pero la pobreza no hacía que aquella familia perdiera el espíritu navideño. Desde días anteriores un belén hecho de cartulina (ya que el que siempre habían tenido tuvo que ser vendido) lucía en el mueble-bar.

Sentados a la mesa, intentaban armonizarse cantando algún villancico después de la cena. Pero la tristeza pudo más y la mujer fue la primera en derrumbarse. A quiénes querían engañar…, qué tipo de navidades eran aquellas. Por mucho que se esforzaban por ser positivos no lograban ponerse a la altura de los demás y pasar unas navidades decentes.

No era aún media noche cuando los miembros de aquella familia decidieron irse a la cama y poner cuanto antes fin a aquel duro día. Sonó el timbre. Cuando el padre fue a abrir, los vecinos de su comunidad esperaban con una sonrisa y algo de comida que habían recolectado entre todos. Para sonrisa, la de aquel hombre al encontrarse con tan grata sorpresa y posteriormente las de los demás miembros de la familia.

La noche acabó con una mesa repleta de platos de langostinos, queso, jamón, canapés y las sobras de cada casa. Luego llegaron las bebidas: varias botellas de cava y lo que no era cava. Lo que parecía ser una noche cualquiera, se convirtió en una velada de juerga que duró hasta el amanecer. El espíritu de la Navidad en forma de bondad, alojado en el corazón de aquellos vecinos, inundó una casa que acababa de perder instantes antes, todo el entusiasmo por lo que para la mayoría son unas entrañables fiestas. Comprendieron que la Navidad no es hacer compras en los grandes almacenes, adornados de luces, ni tener una mesa llena de comida; ni hace falta tener el árbol o el belén más caro del mundo, ni protocolos, ni pedir el aguinaldo. Esta familia aprendió que la Navidad no se valora con dinero, sino con los más profundos sentimientos que salen del corazón. La Navidad consiste en compartir con los más necesitados, en repartir tu alegría con los demás, en cantarle un villancico a aquel que está deprimido, en ser un santo dando todo lo mejor que guardas en tu corazón, en ponerte en el lugar del que lo pasa mal en estas fiestas y compartir la alegría cuando las celebras.

Pero siempre queda olvidado el verdadero significado de la Navidad: celebrar el nacimiento de Jesús. La Navidad, de esta forma nos enseña que Jesús, aunque nació en un pobre y humilde pesebre, trajo felicidad y mucho amor al mundo. Nos enseña a ser felices sin necesitar la abundancia ni el consumismo.

¡Feliz Navidad!

 

Posdata: En la Navidad de 1999, con mi primer ordenador, un Canon de los de monitor monocromo con caracteres verdes y MS-DOS, escribí en ese procesador de textos mi primera historia. La esencia era la misma. En ese caso, trataba de un vagabundo que dormía en un cajero, en contraste con las familias que se preocupaban por el menú de las cenas y quiénes iban a acudir o tener las casas engalanadas, como si a un concurso de decoración navideña se presentaran. La Navidad es un conjunto de tradiciones que componen las fiestas, pero nunca deberíamos olvidar a quienes no pueden celebrarla porque duermen en la calle o porque están enfermos en una cama de hospital.


martes, 14 de diciembre de 2010

Las dos vasijas

Un aguador cargaba con dos grandes vasijas que colgaban de ambos extremos de un palo. Una era nueva y reluciente, mientras que la otra era muy vieja. La vasija nueva era feliz porque hacía bien su trabajo. Su compañera, consciente de la situación, se sentía triste porque el agua se le escapaba a través de las grietas.

Al cabo de un tiempo, la vasija ajada por los años se sinceró con el aguador:

—Estoy avergonzada porque, por mi culpa, sólo puedes entregar a tu amo la mitad de mi carga.

El aguador la miró compasivo y le pidió un favor:

—Cuando regresemos a casa de mi amo quiero que te fijes en las flores hermosas que crecen por el camino.

Así lo hizo y, en efecto, eran muchas las flores que crecían junto al sendero. Al llegar a su destino el aguador le preguntó:

—¿Te has dado cuenta de que sólo crecen en el lado del camino por donde tú pasas? Sembré semillas a ambos lados del camino, sin embargo, las flores solo han germinado en el tuyo.

La otra vasija, desconcertada y envidiosa, requirió valoración al aguador:

—Y gracias a mí entregas todo el agua a tu amo. Yo soy nueva y sin grietas; ¿no valgo por eso más?

Pero el aguador se dirigió a la otra vasija:

—Gracias a tus grietas, al agua que vas derramando por el camino, ofreciendo a la tierra, la has ido regando y por ello las semillas germinado. No estés tristes, porque ya has visto que estás flores han crecido gracias a ti. No vales menos porque tengas grietas.

Se dirigió a la otra:

—Tú, vasija nueva, sí, ahora no tienes grietas y gracias a ti entrego todo el agua a mi amo. Pero acuérdate de tu compañera el día que los años te agrieten y pierdas agua; cuando también riegues la tierra y las flores crezcan en tu lado del camino.