" Por qué los cabrones ríen y los honrados padecen, por qué no puedo ser libre si no hago daño a nadie". Nach Scratch

domingo, 31 de diciembre de 2023

Hay que soportar sin dejar de avanzar. Así es como se gana

 

El Séneca humilde, estoico.



Esta es la manera de felicitaros el año que tiene este cordobés estoico, como Séneca. Este autodidacta no solo aprende leyendo o buceando por las profundidades de ese océano, esa biblioteca del S. XXI que es la red. Dentro de esta, ¿qué nos pueden enseñar algo en apariencia tan trivial como son las redes sociales? Claro que quitando espacios didácticos como el de la RAE, por citar a uno de esta naturaleza. ¿Qué nos puede enseñar una cuenta, profesional o no, esa persona? Me refiero a una escritora, en este caso.

Los que bien me conocéis ya sabéis que soy auxiliar de enfermería y sociosanitario. Los incautos nos llaman «limpiacacas». No sabrán que en nuestro trabajo el componente psicológico adquiere mayor peso que el técnico. Por poneros un ejemplo, es más importante saber cómo reaccionar cuando una persona con alzhéimer te da un manotazo que saber cómo cambiar un pañal. Aparte, la psicología me interesa a título personal. No es que me considere aquí Freud, pero por lo mucho o poco que sé no puedo evitar observar comportamientos peculiares.

Os cuento en relación con esta persona. Me apareció un tweet más de los que los algoritmos nos recomiendan. Me llamó la atención porque ella esperaba más interacción y se planteaba tirar la toalla. Yo también estoy empezando, sé lo que cuesta y no perdemos nada por ayudar en lo que podamos. Al menos quise escribirle por privado. Ni siquiera quería pronunciarme en público para no aprovecharme de su cobertura que, ¡ojo!, no tiene una comunidad pequeña. No me respondía y pensé que no había tenido tiempo. Tampoco esperaba ni las gracias, pero al menos saber si lo había leído. Viendo que twittea casi a cada hora, indagando un poco… no hay que ser Einstein para darse cuenta. Tiene una comunidad grande y aquí uno era un mindundi. La iba a dejar de seguir, pero al poco pensé: «eso es orgullo y hay que huir de pasiones negativas que ni me benefician y con toda probabilidad sí que me perjudican».

No he hablado con ella, le envié el privado y ya está, por lo que he aprendido de la observación. Aclaro que no tengo más interés en psicoanalizar a nadie que el didáctico; además, lo que digo es a mi parecer. Y lo que me pareció es que tiene unas expectativas altas. A la mínima que un tweet tiene menos interacción de la que esperaba, la asalta la conocida voz del impostor. Es comprensible que al emprender una carrera o cualquier proyecto con aspiraciones; te dejes el pellejo y no paras hasta que alcanzas la meta. Por otra parte, es sano huir de la voz del impostor que puede estar en nuestra o venir de esa persona tóxica que te dice «mejor no te dediques a esto. No es lo tuyo. No vas a conseguirlo». Siempre diré que la derrota la consigues de primeras cuando ni siquiera lo intentas. Pero un ánimo pasional, idealizado, puede ser incluso peor que la persona o la voz del impostor. Aunque, ¿y si esa voz del impostor es tu conciencia que, como el verdadero amigo, lejos de regalarte el oído te aconseja? Puedes marcarte un objetivo, puedes dejarte la piel; pero puedes conseguirlo o no. A eso se le llama ser realistas; poner los pies la tierra. Los que empezamos, conocemos la historia de Rowlling y el éxito de Harry Potter ya con la primera tirada; queremos que nos pase lo mismo. Y si a eso le sumamos esa filosofía tan propia de la antigua Roma: el poder y la gloria. Aquí entra Séneca que vino a enseñarnos que más que la ambición mejor comenzar desde la humildad.

¿Y qué relación guarda con ella? Subrayo que a mi parecer esta chica busca o se idealiza con fama; una comunidad que se cuentan por decenas de miles parece darle la razón. Esto marca una tendencia que podemos extrapolar a cualquier ámbito de la vida: tendemos a cuantificar en lugar de cualificar. Esto es a mi parecer; esta psicóloga lo explica a la perfección:

 


Y ahora vengo yo, lo que enlazo con los propósitos para el nuevo año, motivo por el que publicaré esto en Nochevieja (lo estoy escribiendo el día de la lotería; ya os digo que esto se parecen a los programas de la tele que ya están grabados). No soy quien para compararme ni con ella ni con nadie, sino que comento nuestras concepciones como autores que lejos estamos de consagrarnos, si es que llega ese día.

He tenido un año inolvidable. Esta mañana he enviado correo a la editorial para preguntar por el balance de ventas de En el nombre de Arcadia. Sigo sin tener ni estrellitas en Amazon, lo que da una idea, pero que oye, ¡no pasa nada! Hasta la fecha, respecto a La Navidad de los ambulantes, alguien compró el ebook, y en preventa; espero que le guste cuando lo lea. ¡Pero yo tan feliz! De hecho, aprovecho para hacer humor y mira, al menos me lo paso bien y si os puedo sacar alguna sonrisa, más en este mundo que eso sí que para echarse a llorar, mejor. Cuando termino un año, a veces hago balance y a veces no; no lo tomo como una regla; igual con los propósitos para el venidero. No lo veo como un antes (el año que termina) y un después. Simplemente sigo trabajando con lo tengo en mente. Hay que comprender que hay aspectos que muchos quieren mantener bajo control; sentir ese poder, pero es querer atrapar el humo. Ya me conocéis, por lo que sabéis que acudo a los ejemplos para ilustrar. Ya no me refiero a un autor que emprende una carrera, sino algo tan cotidiano como una tienda o un bar. En el primer caso, imaginad que abre la suya de moda con pretensiones de convertirse en un gigante de la categoría de Inditex porque le inspiró el que Amancio Ortega comenzara con la tienda de ropa de barrio de toda la vida. Más bien hay que quedarse con eso; empezar desde abajo, y abajo es donde mantenemos los pies en la tierra.

Todo el mundo sabe quién es el maestro King. De tarde en tarde cuenta una anécdota: estaba en un centro comercial para un evento sobre uno de sus libros. En una firma de Salem’s Lot, solo se le acercó un niño para preguntarle dónde vendían libros de nazis; y por entonces King ya no era un desconocido. ¿Sabéis por qué tantos como él llegaron a ser lo que son? En primer lugar, porque nunca dejaron de trabajar; con el mérito que conlleva cuando resistes los embistes de la vida; pero sobre todo porque desde el principio despertaron simpatía en la gente. Sois vosotros los que tenéis la potestad para decidir si alguien y su obra debe ser reconocida. Aquí otra anécdota que ocurrió hace unos días en Twitter. La hija de la gerente de la lencería Azahar en Cádiz pedía difusión para dar a conocer la tienda. Ya se planteaban el cierre y después muchos años. ¿Qué le cuesta a uno, aunque sea darle un RT? ¡Lo que son los algoritmos! A los pocos días reapareció con una foto de la tienda llena de gente y, por supuesto, dando las gracias.

A propósito de aquellos humildes, y recordando a personalidades del mundo de la cultura que nos han dejado como Concha Velasco o Agustín Ibarrola entre tantos. María Teresa Campos a quien le debo el que conociera la Nave del Misterio. En una emisión más de su magazine trajo a un invitado que hablaba sobre temas de misterio, lo que captó mi atención. Claro, Iker Jiménez. Habló de su programa en la SER. Dio la casualidad de que llevaba años escuchando la radio antes de dormir: el radioteatro de RNE me fascinaba o en la misma SER Hablar por Hablar. 20 años han pasado. Recuerdo que al poco, en la cama, con una pequeña radio de las de que le dabas a ruedecita del dial, escuché el primer programa que trataba sobre el restaurante Viandas de Sevilla. Francisco Ibáñez marchó sin el Princesa de Asturias, pero creo que nosotros le otorgamos el verdadero galardón; el que él quería y merecía. Y sin embargo nos dejó un regalo, más allá de su obra; su legado. Vimos en él lo que es dedicar toda una vida a lo que haces por amor a ello, sin esperar más reconocimiento que el que te llegue el chaval a que le firmes el librito. Si lo tratamos de «maestro», es por un motivo.

 

"Yo tengo aquí un certificado que dice: 'Francisco Ibáñez está vacunado contra la viruela', ese es el único certificado que vale". Maestro Ibáñez.

Enlazo esto para deciros que este 2023 ha sido memorable para mí. Me siento afortunado con mis 15 seguidores en el sitio de Facebook de Arcadia, mis 125 en Instagram, los 253 en Twitter o mis otros dos canales en YouTube como únicos suscriptores. Más que valorar cuántos me siguen, quiénes. Estoy pensando en José Manuel Morales Gajete. Y tanto que no necesita presentación, ¿verdad? Por reconocer uno de sus muchos méritos, cuando autores se pelean por publicar con Planeta, a él le ofrecieron desde el gigante editorial escribir Templarios. ¿O quién llega a ser colaborador de Cuarto Milenio? ¿Y que si también comenzó desde abajo? En una reciente entrevista nos contó que allá por 2013 ideó una visita guiada por los enclaves de Córdoba con leyenda. A la antigua usanza, fue a una copistería, imprimió unos carteles y los distribuyó. El que su primera inversión fuera de 7 €, cobra gran significancia. En el momento y lugar de la cita, no esperaba mucha afluencia, por lo que se llevó una sorpresa. A los asistentes les encantó y querían más. Invirtió su primera ganancia en publicidad, organizó otra ruta… y así nació Córdoba Misteriosa. Diez años después Rutas Misteriosas opera en toda España y no deja de crecer. Él, como CEO de la empresa, imaginad el volumen de trabajo y lo ocupado que lo mantiene.

Sería por 2015 cuando asistí a la primera ruta. José Manuel, aun siendo el director, no solo era un guía más, sino que charlaba con nosotros con la naturalidad como lo hacemos con unos amigos en la terraza de un bar. No os digo lo que significa para mí Rutas Misteriosas y su equipo. Asistí a una en septiembre, ya tenía En el nombre de Arcadia y desde mucho antes ya previsto hacerles entrega de un ejemplar. Gracias a la guía de esta ruta, el libro llegó a José Manuel. Al momento contactó conmigo para agradecérmelo. Yo no tenía más interés que compartir con una autoridad del mundo del misterio un libro que, aun siendo ficción, trata desde lo paranormal hasta la mitología y la propia historia. Por supuesto que también tiene muchísimo de Córdoba. Pero no voy a hablaros ahora del libro.

La otra noche —y ese día creo que se alienaron los astros— estaba en la cama, iba a escuchar un podcast de Noviembre Nocturno y recibo un correo suyo. Para que veáis su humildad, los que habéis visto a José Manuel Morales en medios y reconozcáis su fama, se disculpó por no haberse pronunciado antes. Ya cuando contactó en septiembre, fue un detalle que no esperaba; más con alguien de su talla; máxime cuando ha dedicado su tiempo a leer el libro. Menos esperaba que me diera su opinión y menos aún el que estuviera entre sus autores cordobeses favoritos. También me animaba a seguir escribiendo. Regalos como este son los que animan a seguir. Entenderéis que esta reseña vale mucho más que mil en Amazon. Más valor tiene recibirla a través de un medio privado cuando no pretendo hacer gala de cara a un público. ¡Dios me libre!

Continuando con los colaboradores de la Nave del Misterio, por redes comento en sus publicaciones. Lo que menos espero es que me respondan. Por eso os ponía el ejemplo de esta escritora. Ellos sí que tienen una cantidad de seguidores acorde con sus estatus. Un servidor comenta o le da a «me gusta» como uno más. Que me responda Clara Tahoces, o como el otro día, el gran Pablo Villarrubia, Javier Pérez Campos —con quien además quedé en reseñar Immaturi tan pronto como lo lea— y el coronel Pedro Baños, las gracias por esa cercanía se quedan cortas. Aquellos que, aun morando en el otro lado, nunca se marcharon. Paloma Navarrete. Teo Rodríguez a quien tanto le debo. Y los nombraría a todos: Javier Sierra y el maestro Enrique de Vicente, Aldo Linares o el marino Fernando García Echegoyen. Nosotros los vemos por la tele, como famosos que están a nuestro servicio, pero cuando nos vamos a dormir, nos lo vemos pasando noches en vela, trabajando.

Y ahora viene el capitán de la Nave. Qué apropiado el que hable aquí de sus reflexiones. Alguien se fijó en que se sienta en el otro lado del escritorio. Conociendo su campechanidad, al igual que su mujer, Carmen, le di un significado. Cuando vamos a una oficina el funcionario está sentado en la parte interna de la mesa y el ciudadano en su sitio. Parece que Iker, con el escritorio en apariencia al revés, se sienta en el lado del ciudadano porque se dirige al superior que es su audiencia; la tribu milenaria. Aparte de nuestra pasión por el mundo del misterio, por eso le seguimos y desde hace 20 años. Por entonces yo era de los que escuchaba en la madrugada, oculto bajo las sábanas, el mítico Milenio 3. Subió a YouTube el otro día el coronel Pedro Baños un vídeo en el que definen a Iker y Carmen fuera de cámara. Os recomiendo que lo veáis:

 


Siguiendo con el hilo, el programa de Milenio 3 del 4 de marzo de 2012, dedicado a Doñana —y aquí uno que tiene raíces en esa tierra—, participó en el chat. Cuando lo escuché imaginaos la ilusión que me hizo. Este mediodía busqué el podcast y recorté ese trocito: «Antonio desde Córdoba dice que en Lebrija vio unas luces en el cielo en forma de “v”». Cada miembro del equipo merece crédito; en este caso Carlos Largo.

 

Ahora al escucharlo matizo que eso lo contó una vecina de mi primo Patxi y fue su padre quien lo llegó a grabar en vídeo. Esto también viene a colación del balance del año; una respuesta de Iker a un tweet, concretamente. No la imprimí y la enmarqué porque no era plan, pero ganas no me faltaron. 

Lo conservo con el mismo valor que las cartas de los amigos de la infancia.

Para que os hagáis una idea, Iker es para mí lo que para él es Félix Rodríguez de la Fuente. Soy consciente de que este símil queda grande, sabiendo los milenarios lo que supone la memoria del gran Félix.

Y ya veis que no habré vendido muchos libros o no tendré reseñas en Amazon, pero ya os digo que la de José Manuel Morales valen por mil; que una respuesta de Iker, Javier Pérez Campos, Pablo Villarrubia o Clara Tahoces son regalos más que cuando era pequeño y me levantaba en la mañana de Reyes. Y claro que también tengo en mente a esos artífices que están, como se dice en el argot, "fuera de foco": Guillermo León, Diego Marañón o Paloma Cantalapiedra, entre toda la tripulación de la Nave. Que más que tener una comunidad, prefiero tener a mis amigos, a mi familia y autores que como yo también están empezando; a muchos de los cuáles como las escritoras N. Rogüel y M.K. Gaes, considero amigas y mejores personas. Si este ha sido el año en el que he publicado el primero de Arcadia y he conocido a autores, ha sido gracias a Ediciones Arcanas. Estoy deseando volver a trabajar con ellos una vez les pueda enviar el manuscrito del segundo. Y hablando de «fuera de foco», también ocurre en los libros; aquellos cuyos nombres solo aparecen en la página legal. Al equipo de la editorial los considero coautores. El libro que se publicó es muy distinto al manuscrito que les envié. Y por supuesto, que sea al menos por una vez, quiero mencionar a mi editora, Saray, también correctora y maquetadora. De la experiencia con Ediciones Arcanas y la Familia Arcana ya os contaré más pronto que tarde, con el detalle que merece.  

El año habrá valido la pena cuando has podido dar un paso más; porque el despertarse por la mañana es abrir ese regalo que supone un nuevo día. El mayor logro es tener salud, vivir en un país con una cierta estabilidad (sin las calamidades que vemos en las noticias), poder comer todos los días y dormir arropados y bajo un techo. Queremos ver qué hay más allá del horizonte y a la par ignoramos la flor a nuestros pies. Pero, para maestro de las frases, ese fue Tokien. Viene al caso para despedirnos esta que nos dejó en boca de Gandalf:

 

Eso desean los que viven estos tiempos.

Pero no nos toca a nosotros elegir qué tiempo vivir,

sólo podemos elegir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado.

 

Os vengo aquí con mi balance, pero eso no le resta importancia al vuestro. Vayan por delante mis mejores deseos para vosotros. Como nos dijo Iker en la mítica madrugada del 28 de junio de 2015, «Sin vosotros no hay nada». Llamadme loco si queréis, cuando pienso que cada uno venimos a este mundo por algo. El asunto está en identificar el qué; en saber qué hacer con el tiempo que se nos ha dado.

Feliz año, amigos.

domingo, 24 de diciembre de 2023

La silla vacía

 

 La familia los mantenemos vivos en la memoria todos los días, pero en estas fechas más nos acordamos; más se les echa de menos.

Como decía la letra de Perdóname de Fondo Flamenco, «No hay cosa más triste que un recuerdo feliz». Entre esta frase y el título ya lo digo todo. Si continuáis leyendo, no es que en esta ocasión os lo agradezca porque no os hablo con ese afán, sino deciros que os comprendo cuando en estas fechas se os hace un nudo en la garganta al ver las sillas vacías. Me estoy acordando de mi buena amiga, cuya amistad ya va para los 20 años y que el próximo año compartiré junto a su futuro marido —él también es para mí más que un amigo— el día de su boda. Desde que nos conocemos, de estas fechas lo que más le gusta a ella es un cucurucho de buñuelos con mucho chocolate y una tableta de Suchard. Por lo demás siempre he comprendido que le sea difícil pasar el Fin de Año o la Nochebuena recordando a los que nunca deberían haberse marchado; ya sea porque emprendieron ese viaje u otros motivos. Mientras puede, su familia procura reunirse y no perder la tradición; al menos estas noches tan singulares. Ya he hablado de ella aquí y allá porque tiene mucho que aportar; su vida es digna de ser escrita. Entre el ejemplo que da, tiene una manera de darse ánimos que me recuerda a mi profesor de Apoyo Psicológico al Paciente, cuando estudiaba Auxiliar de Enfermería. Valga la relevancia decir que José María era psicólogo. Y no por ello un psicólogo siempre está de buen grado. Nos contaba que en días difíciles daba un paseo por la Unidad de Oncología Infantil. A fin y al cabo, creo que todos pensamos, o deberíamos, que, si de algo nos quejamos, hemos de valorar lo que tenemos. Ya que hablo de su prometido, ella bien puede compararse con él —en este caso con su futuro marido— porque en estas noches la familia de su prometida es la que le queda. Y es la persona con mayor entereza e incluso sentido del humor. Y por contaros esos detalles que dicen mucho de la persona, este verano fuimos a desayunar, nos cruzamos con un mendigo y como si fuera algo habitual en él le dio unas monedas.

Os hablo ahora de mis amigos. Nunca digo «otros» porque los quiero por igual. Ellos se casaron hace cinco años y su peque llevó los anillos. A finales de noviembre, por el cumpleaños de mi amigo, estuve en su casa y ya habían puesto el árbol, el belén y el adorno en la puerta. Todos los años mi amiga me dice que lo hacen por su hijo. Puedo decirlo porque aquí todos somos adultos y ya descubrimos en su momento que los Reyes y Papá Noel son los padres. El hecho está en que sus padres se echan Reyes para que lo vea su hijo y mantenerle esa ilusión.

Y hablando de Reyes, mi amiga, a la que también más o menos conocéis —si me leéis—, la noche del día cinco mantiene la tradición de dejar el barreño con agua para los camellos, la tres copas y algunos mantecados. A la mañana siguiente se levanta con la misma ilusión que cuando era pequeña y corre a por los regalos que, hablando de tradición, encuentra bajo del árbol. Creo que esto dice mucho, ¿verdad? Y, por cierto, ya os traeré la reseña de dos libros que me regaló porque entre nosotros también nos hemos echado Reyes. Uno de ellos fue Cazadores de fantasmas de Ed y Lorraine Warren. Cinco horas con Renfe se lo pedí, pero este lo eligió porque conocía mis gustos. ¿Veis el detalle?

Y ahora yo; más bien, mi familia. Aunque me pongo como ejemplo, no vengo en plan narcisista a darme protagonismo. Tampoco digo que mi historia sea mejor o peor. Cuando cuento algo, siempre lo hago pensando en vosotros; más a los que os puede animar o evadiros de este mundo real; como siempre digo.

Aquí uno que ya peina canas se remonta a los 90, cuando tanto mi familia materna como paterna nos reuníamos en la casa donde hubiera una mesa en la que cupiéramos todos. Y a propósito de esas mesas. Mis abuelos maternos, Curro y Concha, compraron una alargada exclusivamente para Nochebuena —la Nochevieja la celebrábamos en casa de mis tíos Charo y Pedro—. Yo lo flipaba con mis primos, mis tíos, mis padres y sobre todo los abuelos. Siendo un niño, había algo que me llamaba la atención: los abuelos no tenían más decoración navideña que el centro de mesa con las flores de pascua. Y lo comparaba con mi casa en donde poníamos el belén, el árbol y no faltaba el casete con los villancicos infantiles. 

 

la foto del árbol es del 91 y la del belén del 92. Aquí tenéis a un servidor en el antiguo piso, siempre con ese espíritu navideño gracias a los papás. 

Pero lo importante era reunirnos. Pensaba que como eran mayores ya no le apetecían meterse en adornos, árbol…

Respecto a mi casa, con el tiempo lo comprendí. Si me identifico con mis amigos y su hijo es porque mis padres también decoraban la casa, pero por mantenernos la ilusión a mí y a mi hermana. Al hacernos mayores, no solo eso se fue perdiendo, sino también el sentarnos todos los Ríos a la mesa. Recuerdo el último año que nos reunimos en casa de mis abuelos. En la tele estaban echando un especial de Menuda Noche y actuaba María Carrasco y la niña del pom pom. La tragedia del Tsunami de la película Lo imposible, acaeció hacía nada —el 26 de diciembre de 2004—, por lo que os estoy hablando de la Nochevieja. Para que os hagáis una idea acerca de lo numerosos que somos los Ríos, no cabíamos por lo que teníamos que sacar hasta la banqueta del baño y otros tantos en la cocina sacando los canapés. Somos veinte primos, ocho tíos (contando con mi madre) y ya no sé cuántos sobrinos de primos hermanos. Como en las empresas, repartidos por la geografía: Cataluña, País Vasco, Navarra y La Rioja, Málaga, Sevilla y por supuesto Córdoba y Lebrija. Hablamos a menudo de pasar tiempo con nuestra familia y amigos. Si hay rencillas, lo normal en todas las familias, al menos dejarlas a un lado en estas noches singulares del año.

Os cuento más acerca de mis abuelos maternos porque fueron con los que tuve más vivencias; también influyó el que fuéramos vecinos. A menudo me iba con ellos a su casa de Lebrija. Recuerdo por ese año, sentados a la mesa del patio, estar hablando de la muerte. Mi abuelo se refería a estos temas con tanta naturalidad que al cementerio le llamaba «el cortijo de los callaos». Por cierto, como esto deja huella en uno, en el segundo libro de En el nombre de Arcadia lo dice un personaje, lo que incluí como un guiño hacia mi abuelo. No sé cómo tuve el valor, siendo ya un aficionado a lo paranormal, para soltarles que cuando llegase su momento se me aparecieran o interactuaran conmigo mediante fenómenos.  

A finales de verano de ese año, 2005, tuve otra ocasión de irme con ellos a Lebrija. No sabría si catalogarlo como casualidades, señales o una premonición. En principio ocurrió algo curioso. Tuve la oportunidad de pasar una semana en Fuengirola con mi familia paterna. Viajé de Lebrija a Córdoba y al día siguiente mis padres y mi hermana cogimos el Talgo a Málaga. Mi abuelo me llevó en el coche a la estación de Lebrija y, como en las películas, viéndolo alejarse a la par que el tren emprendía la marcha, no me gustó la sensación que sentí. Es increíble que, a la vuelta de Fuengirola, al día siguiente regresé a Lebrija, cuando ya podría haberme quedado en Córdoba. Después de esa sensación, fue toda una alegría volver con mis abuelos. Pero sentir esa alegría, como si fuera otra oportunidad, me estaba ya mosqueando. No voy a entrar en detalles, porque después pasaron muchas cosas…. esas casualidades.

Ese día… a las seis de la mañana mis tíos, Loli y Tano, que vinieron de Barcelona se despidieron ante el viaje de vuelta. En esa misma mañana llegaron mis tíos Charo y Pedro y mis primos: Chari y Francis. Nos fuimos a Sanlúcar a la playa. A la vuelta, en la casa estaba mi familia, consolando a mi abuela… todos llorando. Los que conozcáis las costumbres de los pueblos, la puerta de la casa se deja abierta y los vecinos entran a dar el pésame. Cuando salíamos para el tanatorio, Anita, la vecina de enfrente, me aconsejó que no fuera para no verlo… —más siendo por entonces un chaval de 16 años— y que me quedara con los recuerdos. Hasta la fecha y siempre, los que dejaron las sillas vacías, para mí nunca se fueron porque creo que de alguna forma los hago revivir, aunque sea en la memoria. En cualquier momento, dando un paseo cualquier día del año, me acuerdo de mis abuelos y mis familiares que allá están.

Hablando de «allá». A los días después todo por la Baja Andalucía, recién llegado a Córdoba, tuve ese sueño. He de describiros el espacio: su vivienda de Córdoba estaba en un pasaje, había un bar que hacía esquina y la clásica rampa que desciende a las plazas de garaje. En este sueño entraba yo en el pasaje, pasaba de largo su portal y mi abuelo estaba apoyado en la baranda de dicha rampa; como solía hacer. Aquí sabía que había regresado de ese lugar y, al mismo imaginad la alegría al volver a verlo; supe que tuve la oportunidad para despedirme. No recuerdo palabra por palabra, pero sí lo último, lo que cobra mayor significado. Le pregunté que cómo era el Más Allá. Me respondió que no podía decírmelo y que me quedara con que era un lugar en el que estaba muy bien, a gusto, en paz. Ahí sí que se despidió, porque ya tenía que marcharse; como si algo superior se lo ordenara; aquello que le habría permitido volver para despedirnos. Se dio la vuelta, cruzó la calle y tan solo anduvo un poco hasta que se fue desvaneciendo y desapareció.

Recordad que os describía la Nochevieja de 2004. En la de 2005, no es que viéramos las sillas vacías, sino que a partir de entonces la familia no nos volvimos a reunir en estas fechas; no al menos como antes. Nos visitábamos en la llamada Tardebuena, de esa forma sí. Y tratamos de mantener esa buena costumbre. En definitiva, seguimos unidos como siempre, o más aún. 

Con mi abuela procuramos que siempre estuviera acompañada. Aparte de que… qué ganas de fiestas íbamos a tener, las pasaba en casa de mis tíos. Reconozco que me costó, y años, el hacerme a la idea ese cambio de pasar las Navidades en familia a celebrar algo modesto en casa con mis padres y mi hermana. Comprendí que esto es ley de vida y es el curso natural que ocurre en todas las familias. Mis primos tienen hijos, por tanto, mis tíos nietos y surgen nuevas familias. En el lugar en el que yo estaba a finales de los noventa ahora están mis sobrinos de primos hermanos; los abuelos ahora son mis tíos.

Os contaba el sueño que tuve con mi abuelo. He aquí otra casualidad y fue que mi abuela se enterró el 3 de septiembre de 2010; justo el día que se cumplía un lustro de la muerte de mi abuelo. ¡No os lo vais a creer! A los días volví a verlos en ese pasaje, a los dos apoyados en la baranda. Teníamos la costumbre de tomarnos unos caracoles en dicho bar de la esquina, el Tamara. Me hicieron saber que ya estaban juntos. No habíamos pedido cuando les dije que me esperaran porque iba a avisar a mi madre. Cuando regresé ya no estaban.

Cosas del incomprendido mundo onírico: al igual que en sueños con mis abuelos paternos, a menudo subía las escaleras del bloque de ese pasaje, ya con mis padres y mi hermana, y al entrar allí estaba esa mesa alargada con mis abuelos que habían vuelto del Más Allá para que la familia nos reuniéramos. No hace falta añadirle mucho más a esto, ¿verdad?

Creo que ha pasado tiempo para aprender a ser feliz; valorar que tengo a mis amigos, mi familia y nunca perder el espíritu navideño. Es más, con lo sucesivo descubrí unas nuevas Navidades y con los amigos. Entre 2008 y 2010, mi amigo Manolo nos invitaba a su casa para terminar la Nochebuena y también la Nochevieja. Pero también con ellos se ven sillas vacías. Junto con el anfitrión y su familia jugando al UNO o en la Play al Pro (saben a qué me refiero cuando digo «bichitos moviéndose en una pantalla verde»), entre Fran y Antonio, los que nos hacíamos llamar «los Dragones», estaba nuestro amigo Rafa. Precisamente, antes de ponerme a corregir estas líneas, he estado viendo las fotos y los vídeos. La que he subido a Instagram en la que aparezco rubio, me la echó él. Y esa camiseta me la regaló su hermana, María, en un amigo invisible. Por cierto, ya desgastada, pero todavía me la pongo.

Hablando al principio de mis amigos y su hijo, en la Nochevieja del año pasado, tras las uvas, nos juntamos en su casa con una amiga nuestra y jugamos a los juegos de mesa con el peque. Y a la mañana siguiente a por esos churros de Año Nuevo. Vaya casualidad que me encontré a mi amigo Manolo que estaba desayunando allí con su familia.

Hablando de pasar estas noches tranquilas; como cualquier otra del año. Nunca olvidaré la Nochebuena de 2021. Después de cenar me puse en mi ordenador y, como tenía en mente, Papá Noel me iba a traer el terminar el manuscrito de En el nombre de Arcadia. Mensajes de ultratumba. El último capítulo lo empecé por la tarde y lo terminé por la noche. Si lo leéis —los que no lo habéis hecho—, cuando lleguéis al susodicho capítulo, bueno, ya sabéis esta historieta.

Y toda esta chapa que os he dado que, por cierto, siempre os doy las gracias por leer hasta el final, se resume con la introducción y el ver lo positivo en lo negativo. Siguiendo con el ejemplo de Arcadia, en el segundo un personaje lo dice, pero con lírica «Ver luz en la oscuridad». Cuando esta noche, en Nochevieja e incluso en Reyes veáis esas sillas vacías, los que os reunáis con la familia, procurad no ver el hueco; procurad recordarlos; que los que deberían estar sentados a la mesa siempre vivan en la memoria. Tengamos lo que queramos o no, solo por el hecho de pasar las Navidades, además bajo un techo, ya debemos sentirnos muy afortunados.

Mantengo el espíritu navideño por esa nostalgia de la que ya he hablado. Pero ¿sabéis qué celebro en estas fechas? De entrada, que pueda estar escribiendo esto. Hablo mucho de fantasmas, terror y lo que da miedo. Ya os contaré todo lo que tengo en mente; sobre todo seguir con Arcadia y lo que le siga. Pero también tengo en mente el que no lo sé. No hay que ser mayor o padecer una enfermedad. Suelo escribir en el ordenador, sentado en una vieja silla de las que teníamos en el salón. Mi mayor miedo es dejar vacía esta silla y no poder terminar todo lo que quiero hacer. Os agradezco que digáis «no digas eso». Siendo sensatos, no somos inmortales. En estas fechas mi madre siempre dice: «Al menos tenemos salud y los unos a los otros». Pues eso.

Feliz Navidad, amigos.

domingo, 10 de diciembre de 2023

Un simbólico pen de "Los Minions"

 


Lo destacado aquí no es la copia encuadernada que presenté en la oficina del Registro de la Propiedad Intelectual. La foto la tomé es misma mañana y en la tarde de antes metí el PDF para llevarlo a la copistería. Aquí ocurrió algo gracioso: llego y por algún problema no se leía el archivo. Volví a mi casa, lo reemplacé y a la segunda pudieron imprimirlo. A todo esto, había que sumarle la lluvia. Quería dejarlo todo finiquitado en el último día antes del puente y poder anunciar La Navidad de las ambulantes en el fin de semana.

Pero como decía lo importante aquí es el pen. Entre varios elegí este porque me lo regaló mi amiga. Para mí decía, como si le estuviera hablando de manera telepática (¡wooh!, y en esto nosotros dos tendríamos mucho que contar): «Mira para lo que ha servido tu regalo». Y me quedo corto. El simbolismo que guarda al ser un regalo es porque ella me apoya desde el principios de los tiempos. En lo que respecta a lo que escribo, con el primer libro una mañana me acompañó a la librería de su barrio. Se lo leyó y le gustó. No recuerdo si le conté algo muy relevante con En busca de su encuentro. Tuvo su origen en una historia que, si lo considera oportuno, la contaré, puesto que forma parte de nuestra historia; nuestras vivencias. Con solo decir «lo de los semáforos», ya sabemos a qué nos referimos. Solo diré, por encima, de ese primero —precisamente ahora que ha terminado Cuéntame—, que en una adaptación en esa serie de Cuento de Navidad vi un toque de atención, puesto que me estaba convirtiendo en Scrooge. Desde entonces descubrí a Dickens y se convirtió en mi autor predilecto, mi ídolo, lo que también se refleja en este último libro navideño.

En lo sucesivo se ha interesado y me ha seguido apoyando, como con el último, En el nombre de Arcadia. De hecho, guardo con cariño el que me dijera: «Voy a ser tu lectora nº 1». Y por entonces ya le dije que me inspiró para uno de los personajes protagonistas. Adjunto la ilustración que sirve para la página de la Primera parte, además de aparecer en una de las solapas junto con la frase destacada del libro. Ya en este dibujo quise meter simbolismo; máxime en el desarrollo del propio personaje. Por ejemplo, empuña una espada porque ella es muy fuerte… en todos los aspectos; también la sabiduría y la sensatez personificada. ¿Y por contraparte yo soy Maddox? No. Mi alter ego está repartido en muchos personajes. En el suyo, de hecho. Y por cierto, una vez me comentó que le gustaban las orejas picudas; por eso los de la raza de los clannadurs, a la que estos protagonistas pertenecen, tienen las orejas picudas. Es un guiño más hacia mi amiga.

 

Ilustración de los personajes de "En el nombre de Arcadia", la princesa Alanna y su amigo Maddox

Os voy a ilustrar con una comparación, de hecho, muy nuestra: «es como tener a Gandalf en tu vida». No nos conocimos ayer. Nuestra amistad va camino de los veinte años. Hemos pasado juntos ese paso de la adolescencia a la juventud. En ese tiempo comencé este blog, aunque era otro… un niñato. Siempre digo que fue la primera etapa del blog y esta es la apropiada que reemprendí hace unos meses. Hace unos meses leí lo que escribía con 20 años y vaya vergüenza. Soltaba palabrotas que… no voy a reproducir, claro está. A todo esto, ella me aguantaba, lo primero de todo, y la vez me aportaba la sensatez; cuánto tenía que aprender. Era, es y será mi mentora, como Gandalf. Hay una frase suya, de esa época, además, que la dice su personaje pero en el segundo de Arcadia que Dios mediante saldrá: «Yo no soy tu mundo, solo formo parte de él». En ese tiempo era muy absorbente y más con ella. Quedaba con mis amigos y los dejaba tirados por si podía quedar con ella. En esa ocasión fue una tarde de mayo, en Córdoba era la feria, pero no iría pudiendo quedar. Entonces con todo el sentido del mundo me dijo esta frase que, puesto que la recuerdo ahora, la tengo presente y me marcó. Y esto es solo un ejemplo. Nuestra historia daría para escribir un libro, después sacar la serie en Netflix y hasta la película, si me apuras.

Por lo pronto podéis conocerla a través de su personaje. Nosotros nos hemos considerado empáticos; nuestra profesión consiste en ayudar a los demás. En su personaje plasmo lo que me ha enseñado en tantísimos años y también otras cualidades, esas que, más que diferencias, nos hacen únicos. Pero ojalá la conocierais en persona.

¡Ah!, lo olvidaba. Desde el libro de Arcadia, me gusta comenzar con una frase que sintetice la esencia de la obra y de entrada me dirija al lector. En el caso de La Navidad de los ambulantes no es la típica filosófica que te encuentras en el azucarillo del bar. En este caso dice así: «La persona que más admiro es aquella capaz de reír en los peores momentos». No hace falta decir de quién lo aprendí.

Hasta pronto, amigos.