" Por qué los cabrones ríen y los honrados padecen, por qué no puedo ser libre si no hago daño a nadie". Nach Scratch

jueves, 22 de septiembre de 2011

Llegar a la meta

Hace mucho tiempo que no escribo por aquí, aunque no por ello quiere decir que he abandonado a mis fieles lectores. Hoy vengo con algo que os vendrá muy bien ahora que empieza el nuevo curso. Llegamos a una nueva clase, incluso a un nuevo centro. Vemos caras desconocidas, con suerte nos reencontramos con un antiguo compañero. Pero no es eso lo que más nos preocupa, si no el futuro curso que tenemos por delante. Son nuevas materias, algunas de las que no hemos oído hablar en nuestras vidas. Y siempre tenemos ese miedo a catear.

Atrás quedaron esas preocupaciones por sacar malas notas, a las regañinas de nuestros padres. Ahora nos preocupa dejarnos el pellejo estudiando y sucumbir frente a esa asignatura que tanto nos cuesta.

¿Dónde está ahí la fuerza que mana del el coraje? Ese es nuestro aliado en el momento. Nos debemos armar de rabia, imagiar que la asignatura es nuestro peor enemigo y luchar por conseguir quitarnosla de encima.

Mentiríamos si dijerámos que lo imposible existe. Somos como un batallón en la guerra luchando por la victoria. Nuestras armas: la motivación y la fuerza. El objetivo: vencer al sacar esas notas, aunque no nos condecoren con matrícula, pero al menos un suficiente, el cinco raspado, para poder titularnos. El ser positivos, mientras tanto, son nuestros pies que nos conducen hacia el enemigo para atacar y vencer esta dura batalla.

Muchos diréis que no soys capaces de sacar ánimos y fuerzas; valor, pero todos podemos dejar el negativismo a un lado y ser fuertes; dar lo mejor de nosotros. Ese valor nos ayudará a vencer y conseguir nuestros objetivos. Solo es cuestión de mentalizarse y repetirnos "voy aprobar", hasta que nos lo creamos. Luego darlo por seguro... que os vais a dejar el pellejo, que vais sacar uñas y dientes, que no aceptareis un "me rindo".

Si os parais a observar, cuando deseamos algo pero a la vez somos negativos, parece que esa energía negativa determina nuestro destino, el rumbo que tomarán las circunstancias. Si eres negativo o negativa, al final todo acaba saliendo mal. Pero aun viendo algo complicado y esforzándonos por ser positivos, parece que vuelve a actuar esta vez esa otra energía que también determina el curso de las cosas... y a nuestro favor.

martes, 19 de abril de 2011

Algo que va mucho más allá de los sentimientos


Quiero dedicar esta entrada con motivo de las fechas cofrades en la que nos encontramos. En especial, dedico estas palabras a mi cofradía: la Estrella de Córdoba. Ayer, Lunes Santo, fue el día en el que esta hermandad procesionó por la calles de Córdoba. 
 
Antes de la salida, todos los miembros de la banda, así como demás hermanos: costaleros, nazarenos o demás que conformaban el cortejo que acompañaba a Nuestra Señora de la Estrella, esperábamos impacientes, con ganas e ilusión, ese momento en el que el primer varal del paso se asomara a la calle; a su barrio, la Huerta de la Reina. 
 
Antes de comenzar a tocar el Himno de España, me vinieron a la mente muchos recuerdos: el día de mi comunión en esa parroquia de San Fernando o aquella vez que tuve que dirigirme al público en el altar cuando hice la renovación del bautismo y... me reí, pero, porque siempre me pasaba cuando los nervios se apoderaban de mí. Pensé que allí estaba bautizado frente a la Señora y que ella me había visto crecer. Quién diría que aquel bebé que fue bautizado frente a la virgen de la Estrella, veintidós años después, estaría acompañándola, ofreciéndole los sones musicales en compañía de la banda que lleva su mismo nombre.
 
También se me vino a la mente cómo acabé acompañándola ese día, la trayectoria como percusionista en la banda; aquel primer día que entré en la sala de la hermandad, donde en una mesa de madera estaban sentados Rafa, Manolo, Mª Loli y Juani, dando una clase de Solfeo. Recordé aquel verano de 2006 donde nos dieron la partitura de nuestra primera marcha para montar: "Triunfal". Recordé, como si fuera ayer, aquellos primeros ensayos en la azotea de la hermandad preparando dicha marcha para tocarla en nuestro primer y tímido concierto que dimos con motivo de los cultos de la virgen de la Estrella. Han pasado ya prácticamente cinco años desde mis comienzos en la banda y ahora me veía con un sueño echo realidad; sueño que ha sido mi mayor fuente de motivación en mi caminar con la banda y ella ha sido también la que me ha dado fuerzas a seguir hacia delante en los momentos difíciles.
 
Fue muy emocionante cuando al comenzar el himno di mi primer golpe en el parche del tambor dedicado a ella. Una intensa luz blanca se reflejaba en la reluciente plata de su paso y en el azul de sus bambalinas. En el cielo, una brillante estrella comenzaba a irradiar su luz para iluminar a todo su barrio que allí se congregaban para darle la bienvenida a su patrona, a su señora.

Eran muchas las ganas contenidas por sacarla. La emoción se engrandeció cuando ya sonaba la marcha "Al cielo vuestra Estrella". Pero no todas las estrellas están en el cielo, ya que esta bajó de este para quedarse aquí abajo. Quería estar sobre la Tierra, rodeada de su gente, para que viésemos de cerca su esplendor. Tiene esta estrella tanto poder que es capaz de atraer hacia ella multitud de corazones y acogerlos al calor, al amparo, de su manto. No puedo explicaros con facilidad lo que se siente al tener el corazón pegado a tu virgen. Solo sé que unas lágrimas caen en ese momento por las mejillas y que sientes cómo el corazón te arde. Es ese calor del que hablo, que nos da nuestra madre de la Estrella. Ella hace que pongamos todo nuestro empeño para que el instrumento suene mejor que nunca y regalarle en forma de notas musicales nuestra oración hacia ella y nuestro agradecimiento; agradecimiento que se debe simplemente por ser ella, la virgen de la Estrella.
 
Tras verla cómo se lucía señorial por las calles de Córdoba, regresaba al barrio. De nuevo fluían los mismos sentimientos y sensaciones que a la salida. Veías a todo tu barrio, tu gente, agolpada a esas horas de la madrugada para ver por última vez, hasta el año que viene, a su señora. Personas que te habían visto crecer y los conocidos con los que te cruzas a diario: desde el farmacéutico al vecino. Recuerdas todas las vivencias que has tenido en tu barrio a lo largo de la vida. Al verte que eres parte de tu virgen, te sientes alguien especial, protagónico quizá, entre los tuyos. Ya no eres uno cualquiera de la Huerta de la Reina, eres aquel que tienes el honor de estar tocándole a la virgen de la Estrella. 
 
Cada aplauso del público hacía que el cansancio, en cual llamaba por momentos, desapareciera y quisieras seguir tocándole hasta la eternidad. Llegábamos a su templo pero no querías que aquello tan bonito acabase. Era como estar en su sueño... vívido. Ves cómo toda la banda se entrega hasta el final dándolo todo para su virgen. Es en ese momento cuando más orgulloso te sientes de pertenecer a la Banda de Música de la Estrella. Piensas que tantos días de ensayo y tanto esfuerzo por hacerlo bien mereció la pena. Preparamos el mejor regalo que teníamos para ella y todo había salido a la perfección, tal y como la señora de la Huerta de la Reina se merecía. 
 
Cuando terminamos de tocar la última marcha, "Estrella Sublime", me santigüé y le di gracias por haber hecho tan especial un Lunes Santo más. Me sentí muy agradecido por todo lo que había disfrutado mientras la acompañaba tras su manto a los sones de mi tambor. Luego pensé que un año pasa pronto y que ya mismo estaríamos de nuevo en ese Lunes Santo de 2012 esperando dentro de la iglesia, a que de nuevo el primer varal saliese al exterior y que la luz de la tarde se posase sobre el dulce rostro de Nuestra Señora de la Estrella.
 
Gracias y enhorabuena a todas aquellas personas que con su esfuerzo y su labor hacen posible que cada Lunes Santo una estrella brille más que nunca.

martes, 5 de abril de 2011

No te rindas, continúa hasta el final de tu camino.

¿Os imagináis un equipo de futbol sin nada de afición en el campo?, ¿un albañil construyendo él solito una casa? Alguien que en su soledad tiene que concluir su obra.

¿De dónde puede sacar la fuerza esa persona para acabar lo que ha empezado? Es difícil decir que sí, pero no imposible.

Nos vemos envueltos muchas veces en mitad de nuestras propias obras que hacemos como una ofrenda a esa persona que tanto significa para nosotros. Estamos solos para construirle ese templo. Cada piedra que portamos para erigir los muros del templo pesa más que la anterior. Llega un momento en el que los músculos se fatigan y tenemos unas ganas tremendas de abandonar, de tirarlo todo por la borda. Pero siempre hay una fuerza que nos guía. Visionar nuestra obra terminada es más poderoso aún y de ahí emana esa fuerza.

La persona a la que le estas construyendo ese templo, en la mayoría de las veces ni siquiera te apoya y te sientes como su esclavo; como su cliente. Aguantar a esa persona sí que es levantar un peso muerto.

Con el tiempo, vas echando raíces y raíces que arraigan más y más hasta convertirse en una tupida red, una enredadera con espinos. Aunque en ese momento sientes que te atrapan, esas raíces serán fruto del trabajo acumulado y harán que no te dejen abandonar —estás atrapado, valga la redundancia— por nada del mundo, aun al límite de tus fuerzas.

Cuando tu obra ha quedado terminada te quedas ausente mirando el templo que levantaste con tus propias manos y recuerdas, como si una película fuera, cada momento que has pasado, cada gota de sudor que caía por tu frente, cada lágrima derramada, cada rechinar de dientes, cada sonrisa y cada expresión de tristeza. Tampoco olvidas quién estuvo a tu lado apoyándote hasta la saciedad y cómo conseguiste sacar fuerzas para llegar hasta el final.

Pero la sensación que más te impacta es quedarte inmóvil, sin saber qué sentir. No sabes si alegrarte o llorar para descargar la tensión acumulada. Es en ese momento cuando esperas el agradecimiento de esa persona especial a la cual le construiste el templo y colocaste en un altar. Aquella que a veces te ignoró y otras te trató como a un esclavo. Ahí ves que todo tu trabajo obtuvo su fruto o, por el contrario, solo sirvió para construir un inservible templo.