" Por qué los cabrones ríen y los honrados padecen, por qué no puedo ser libre si no hago daño a nadie". Nach Scratch

martes, 14 de diciembre de 2010

Las dos vasijas

Un aguador cargaba con dos grandes vasijas que colgaban de ambos extremos de un palo. Una era nueva y reluciente, mientras que la otra era muy vieja. La vasija nueva era feliz porque hacía bien su trabajo. Su compañera, consciente de la situación, se sentía triste porque el agua se le escapaba a través de las grietas.

Al cabo de un tiempo, la vasija ajada por los años se sinceró con el aguador:

—Estoy avergonzada porque, por mi culpa, sólo puedes entregar a tu amo la mitad de mi carga.

El aguador la miró compasivo y le pidió un favor:

—Cuando regresemos a casa de mi amo quiero que te fijes en las flores hermosas que crecen por el camino.

Así lo hizo y, en efecto, eran muchas las flores que crecían junto al sendero. Al llegar a su destino el aguador le preguntó:

—¿Te has dado cuenta de que sólo crecen en el lado del camino por donde tú pasas? Sembré semillas a ambos lados del camino, sin embargo, las flores solo han germinado en el tuyo.

La otra vasija, desconcertada y envidiosa, requirió valoración al aguador:

—Y gracias a mí entregas todo el agua a tu amo. Yo soy nueva y sin grietas; ¿no valgo por eso más?

Pero el aguador se dirigió a la otra vasija:

—Gracias a tus grietas, al agua que vas derramando por el camino, ofreciendo a la tierra, la has ido regando y por ello las semillas germinado. No estés tristes, porque ya has visto que estás flores han crecido gracias a ti. No vales menos porque tengas grietas.

Se dirigió a la otra:

—Tú, vasija nueva, sí, ahora no tienes grietas y gracias a ti entrego todo el agua a mi amo. Pero acuérdate de tu compañera el día que los años te agrieten y pierdas agua; cuando también riegues la tierra y las flores crezcan en tu lado del camino.

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