Juan Guerra siempre ha sido un buscavidas. Una vez lo intentó con la literatura. Desde pequeño fue un ávido lector y hace unos años autopublicó su primer libro. Ahora lanzó el segundo gracias a Amazon Kindle. Su familia estaba muy orgullosa, y más cuando lo vio con Lo que susurran las olas entre sus manos. Pero la celebración llegó cuando le ofrecieron una entrevista en Puto Radio. Las manecillas del reloj marcaron las cinco de la tarde. El vaso del café ya estaba vacío y Armando Guerra se terminaba el Cola Cao. Y entonces sonó el móvil de Juan. ¡Qué nervios! Aquí tenéis la entrevista y aquí podéis conocer su libro:
Jesús Lahuerta: Tenemos el placer de entrevistar en Las tardes en la huerta a Juan Guerra que viene a presentarnos su novela, Lo que susurran las olas.
¡Juan Guerra, bien avenido!
Juan Guerra: Buenas tardes, Jesús. También saludo a todo el equipo del programa y a la audiencia. Antes de nada, quiero deciros que tanto yo como mi mujer, y nuestro Armando también, somos fieles oyentes de tu programa. Muchas gracias por ofrecerme este espacio. A ver si me das un empujoncito, hombre.
Jesús Lahuerta: Muchas gracias. ¿Qué hizo que escribieras un libro?
Juan Guerra: Este es mi segundo hijo, como me refiero a mis libros. Yo siempre he sido un friki de Star Wars, Goku y El Señor de los Anillos. Y dije: «voy a contar mi propia historia de fantasía». Nunca he tenido un buen ordenador, así que con uno que corría con el Windows XP, que tenía más virus que la taza de un váter, escribí en WordPad El báculo de Astaroth. Ese libro lo vendí a los lectores como una historia profunda porque detrás de la fantasía escondí mucho de realidad; por ejemplo, mi experiencia como limpiador de cristales de las paradas del autobús. Trasladé ese trabajador a Gorgun; el protagonista de la raza de los Gublins.
Jesús Lahuerta: ¡Qué buenos están los Gublins!
Juan Guerra: Me vino la inspiración mientras me comía un paquete.
Jesús Lahuerta: Cuéntanos, Juan, ¿cómo lo vendiste y promocionaste?
Juan Guerra: Llevé el manuscrito a una imprenta y mandé una tirada de veinte ejemplares. Y entonces me topé con la realidad.
Jesús Lahuerta: ¿Por qué?
Juan Guerra: En vez de Juan Guerra, debería llamarme «Juan Palomo». La ayuda que tuve fue una mano delante y otra detrás. Me llevaba la caja de ejemplares a las librerías, pero me decían que quién era yo para ofrecerles libros. Y la verdad es que tenían razón. A un librero le dije: «Hombre, yo no soy Mario Vargas Llosa, pero es que estoy empezando y a ver si al exponerlo en el escaparate lo ve la gente y se anima». Al final regalé la mayoría a familiares y amigos, aunque algún otro vendí. Uno de ellos fue a mi cuñao. Cuando voy a su casa veo que por lo menos le pasa el plumero para que no se le acumule el polvo. Según él, es un bonito pisapapeles.
Jesús Lahuerta: Juan, grandes autores comenzaron como tú; y al igual que ellos no te desanimaste. Stephen King, por ejemplo.
Juan Guerra: Pensé que la única forma de darle salida era enviándolo a una editorial. Y viendo que no me respondían, lo puse a la venta en Kindle. Envié cinco ejemplares al almacén de Amazon, que por entonces no te cobraban.
Jesús Lahuerta: Y entonces comenzaste a despegar.
Juan Guerra: No vendía ni uno. Te vas a reír, Jesús, porque como no me manejaba con las redes sociales, pegué carteles en las farolas para promocionar mi libro.
Al cabo de seis meses recibí respuesta y la editorial me dijo que lo sentían, pero el libro no encajaba en el perfil y no estaban interesados. Al cabo de tres años vendí uno; además con reseña. Dijo que era un libro muy bonito y me puso cinco estrellas.
Jesús Lahuerta: Vamos, que tus libros no los quieren ni regalados.
Juan Guerra: No me leen ni en mi casa. Mi mujer, que la tengo aquí de cuerpo presente, se quedó solo con el título porque consideró que ya había tenido suficiente.
Parece que no le ha sentado muy bien, Jesús. Me ha enarcado una ceja y ha fruncido el otro ceño.
Jesús Lahuerta: ¿Te has presentado a concursos literarios?
Juan Guerra: Hace poco envié un relato a un certamen y quedé en última posición. No me tocan ni los sorteos. En una tómbola de la feria donde siempre toca premio, tiré de la cuerda y me salió vacía. Lo único que me tocan son recibos en el banco.
Jesús Lahuerta: Aunque una década después, seguiste intentándolo; luchando por tus sueños. Quizás Astaroth no llegó en su mejor momento.
¿Cómo está siendo la experiencia con Lo que susurran las olas?
Juan Guerra: Yo creo que aprendí de la experiencia. Viendo el fracaso del primer libro, salí a echar currículums porque 1,25€ al mes no daba para un sueldo de escritor. He trabajado en todo, hasta que me quedé en paro, lo agoté y ahora estoy cobrando la ayuda. Volví a escribir, que a eso no hay que darle de comer. Una vez más, de mis vivencias salió Lo que susurran las olas.
Jesús Lahuerta: Lo estoy viendo en Amazon y hay que decirles a los oyentes que la portada entra por los ojos: esa espuma de mar que se lleva la arena con la resaca de la ola. Una almeja semienterrada. Lo tienes a 0,95€ el e-book y a 7€ en tapa blanda. Llevas dos meses con el libro publicado, pero aún no tienes reseñas.
Juan Guerra: Toda ayuda que me ofrecéis desde este escaparate es de agradecer. Hombre, yo espero que alguien lo lea. Que lo tengo a 0,95€, como el kilo de melocotones. Lo iba a poner a 1€ pero me parecía muy chabacano.
Jesús Lahuerta: Ábrenos boca y cuéntanos de qué trata.
Juan Guerra: Es mi alter ego, con alguna licencia que me he tomado. Va sobre una familia que vive en una casita de pescadores, pero se ve amenazada por el deslinde y la dan por perdida. Por si no fueran pocos problemas, el pescador nota los estragos de la mar: faenar es muy duro y de por sí no saca género. En la lonja no le renta subastar el kilo de boquerones a 5€. Su familia lo abandona a causa de los estragos financieros. Se ve solo y le cuenta sus confidencias a las olas, hasta el punto de imaginar que son seres vivos que le escuchan. Con el tiempo cree descifrar mensajes que le alientan a luchar por salir de la miseria. Y ya no quiero desgranar el final.
Jesús Lahuerta: Es un mensaje positivo para el mundo en el que vivimos. Muchas personas que pasan esas penurias encontrarían consuelo y se sentirían escuchadas; comprendidas.
Juan Guerra: Pero si nadie lo lee…
Jesús Lahuerta: La clave, Juan, está en los seguidores en redes. Antes se decía «Tanto tienes, tanto vales»; hoy, «Tantos te siguen, tanto vales». ¿Podrías contarnos tu caso?
Juan Guerra: Es importante saber que llevo dos años enfocando mis perfiles a mi oficio de escritor; si es que me puedo llamar así. En X me siguen 199, en Instagram 148, en TikTok 32, en Threads un poquito más: me siguen 205. Tengo cuatro suscriptores en mi canal de YouTube y de Facebook ya paso. Ahí subo contenido más personal y comento alguna noticia.
Jesús Lahuerta: Te animo a que sigas el ejemplo de Francisco, el protagonista de tu novela. Ya sea en el rumor de las olas o en el mismo silencio, puedes escuchar esas palabras que necesitas. Y animo a todos los oyentes a que sigan al escritor Juan Guerra que lo pueden encontrar en redes por su mismo nombre.
Juan Guerra: ¿Si me permites tu plataforma y altavoz para evidenciar una paradoja?
Jesús Lahuerta: ¡Por favor!
Juan Guerra: No entiendo cómo puede ser que publique en X un post con intención de generar interés divulgativo y tenga cuatro visualizaciones y ya está. Después veo una cuenta verificada que enseña la cerveza que se está tomando en el chiringuito y tiene 1,4K de me gusta, 876 republicaciones, 903 comentarios y 3,2M de visualizaciones. O que en TikTok el vídeo de una camicace que salta de un coche en marcha y se pone a bailar en mitad de la carretera se haga viral y un booktrailer quede en 20 visualizaciones y ya está.
Jesús Lahuerta: Es este un mundo excéntrico. ¡Nos queda poco tiempo, Juan! ¿Qué añadirías para ir concluyendo?
Juan Guerra: Que esto lo vemos también en los propios libros. Ya no hablo de bestsellers, sino de autopublicados. Me encontré en Amazon uno que iba de un sofá que tiene inteligencia —por lo visto, está poseído por el espíritu de un vampiro— y se enamora de la chica. Cuando ella se sienta, el sofá se pone muy feliz. La trama arranca con que el sofá quiere asesinar al novio, al que considera un rival. No os cuento el final para no haceros spoiler. Lo que quiero decir es que, para llevar unos meses, ya cuenta con 3 ediciones y 438 reseñas; la inmensa mayoría positivas. Me picó la curiosidad y me descargué la muestra en Kindle. En la primera página ya conté ocho o diez faltas de ortografía. Cito textualmente un fragmento:
«Cuelgo el teléfono. Yoro. Mi novio me pregunta con la mirada qué sucede.
—Es mi tío… a muerto —le digo con lágrimas en mis ojos.
—Lo siento. Deves de estar muy triste —me da el pésame.
—Sí, estoy muy triste —le digo
—Anímate, mujer. No estés triste —me consuela. Nos fusionamos en un abrazo».
O como otro que lo está petando con El Quijote escrito a mano.
Jesús Lahuerta: He indagado sobre el autor y el tío era encofrador. Cuenta en su biografía que comenzó a escribir porque estaba asqueado de su trabajo y esto le proporcionaría una buena fuente de ingresos.
Juan Guerra: El Quijote o cualquier otro de dominio público te lo puedes descargar en PDF, lo pasas a Word, le aplicas una fuente caligráfica, lo maquetas y lo publicas en Amazon. Reconozco que se me ha llegado a pasar por la cabeza: la Odisea y la Ilíada en Comic Sans, pero por respeto a los clásicos universales y a Homero al momento he desistido.
Jesús Lahuerta: No sé si sabes que este libro, Bopo: El sofá asesino, ha sido traducido a veinte idiomas y no te extrañe que veamos la adaptación cinematográfica. Conocen el sofá asesino hasta el Papúa-Nueva Guinea. Ese tío cuando entra al banco le tienden la alfombra roja y le sirven un café. El notas es ahora mismo el David Bisbal de los libros.
Juan Guerra: Mira, me estás dejando por los suelos, Jesús.
Jesús Lahuerta: ¡Juan Guerra, ha sido un placer charlar con nosotros! De todo corazón te deseamos que tu situación revierta, que llegues a los lectores, que te transmitan, valga la redundancia, lo que les transmite tus libros. Nunca te rindas.
Juan Guerra: Muchas gracias por este espacio que tanto significa para mí. No pretendo vender, pero siento que todo habrá merecido la pena si los lectores me transmiten qué les han transmitido mis libros. Me lean más o me lean menos, escribir es lo que quiero y seguiré adelante.
Un fuerte abrazo, Jesús, y a todos los oyentes.
Jesús Lahuerta: Juan Guerra, un fuerte abrazo y éxito.
La entrevista se la ofrecieron a mediaos de agosto. En esas dos semanas creció algo el número de seguidores en redes. Pero intentaba no consultar demasiado los informes en KDP. Terminó el mes y no vendió una rosca. Alguien que adquirió el libro en Kindle Unlimited leyó 40 páginas, por lo que ese mes ganó 0,50€ de regalías. Su mujer le decía que era un hobby; que con un euro o cincuenta céntimos no hacían frente a la comunidad, el alquiler, los 80€ de luz, el sello del coche, los seguros, el gasoil, la ITV, los tickets del Mercadona, la vuelta al cole del niño y la letra del televisor que financió a treinta y seis meses. Juan consiguió un empleo porque la ayuda ni ayudaba. Echaba más horas que un reloj en la hostelería —fines de semana y festivos a 6€ la hora y las extras a 3€ más, pero sin asegurar— y en sus ratos libres escribía.