" Por qué los cabrones ríen y los honrados padecen, por qué no puedo ser libre si no hago daño a nadie". Nach Scratch

domingo, 6 de agosto de 2023

¿Los extraterrestres existen? No podemos negarlo, pues no lo sabemos

 

"La Incredulidad de santo Tomás". Caravaggio (1602).

Existen y han existido. Extraterrestre significa «fuera de la Tierra». Neil Armstrong, antes de subir al Apolo 11 el 20 de julio de 1969 era un hombre terrestre, como todos los habitantes de este planeta. Cuando pisó la Luna lo hizo como hombre extraterrestre porque estaba fuera de la Tierra. Con esta introducción quiero recalcar cómo podemos darle la vuelta a un asunto para llevárnoslo a nuestro terreno.

Muchos conoceréis el revuelo que se ha formado a raíz de la comparecencia en el Capitolio del exmilitar —hablamos del que fuera mayor de Inteligencia de las Fuerzas Aéreas de EE. UU.— David Grusch. Afirmaba bajo juramento que participó en el descubrimiento de aeronaves de tecnología desconocida. En su interior se hallaron restos biológicos, también, de origen no humano. No acababa aquí, pues añadía que el Gobierno conspiraba con un plan para la recuperación de ovnis y seres de origen no humano presentes en nuestro planeta. Si esto no fuera suficiente, revelaba información clasificada hasta ahora: colaboraciones en 1933 con la Italia de Mussolini, el Vaticano y la organización Cinco Ojos. Hablamos de una época en la que comenzó a surgir el fenómeno de la ufología. Por entonces, aconteció el llamado «Incidente ovni de Roswell». Por estas declaraciones, realizadas con anterioridad en medios de comunicación, denunció amenazas. Y si ellos te señalan como un snitch (soplón), hay que tomárselo en serio.

Como se esperaba, esos congresistas de la Cámara de Representantes negaron cualquier evidencia de vida extraterrestre y menos la implicación en programas gubernamentales secretos. Aunque la seriedad se intuía aparente. Algunos y algunas, no pudieron contener el amago de carcajada. Un congresista bromeaba al decir que era la sesión más interesante de todas y otro se refería a hombrecillos verdes. Es normal, ¿no? Lo que no podemos ver, no existe y nos lo tomamos a broma. Hablemos de aliens, ovnis, fantasmas, Dios. Esto quedó en evidencia durante la pandemia: «Como el virus es invisible, no existe». Fue el germen, y nunca mejor dicho, de las teorías conspirativas que le sucedieron como reducción de la población mundial, control mediante los confinamientos, un negocio para las farmacéuticas, etc. ¡Oiga! Cada cual pensará y creerá en lo que quiera. Como diría el coronel Pedro Baños: «Vaya siempre por delante la libertad de expresión». Que te la respeten o no, eso ya es otra cosa.

Continuando con el ejemplo extraterrestre, según mi opinión y en lo que me he interesado hasta la fecha, creo que lo más sensato es decir que no lo sabemos. Indagando a raíz del caso de David Grusch, di con la falacia conocida como «llamada a la ignorancia». Os pondré un ejemplo: como en casa no me he encontrado ninguna cucaracha, como no las he visto, puedo firmar un certificado testificando que no tengo cucarachas en casa. ¿Seguro? A lo mejor te levantas una noche al baño y te llevas una desagradable sorpresa. ¿Firmarías un certificado afirmando que has revisado cada palmo, por recóndito que sea? Aquí pasa lo mismo: como no he visto ni extraterrestres, ni ovnis, ni fantasmas ni dioses, no existen. ¿Las psicofonías o las evidencias captadas por pilotos de las fuerzas aéreas? Eso son montajes, para meterle cosas raras a la gente y atontarlos con cosas de fantasmas, alienígenas y religiones. Claro, hay mucho fraude. La experiencia y el interés en estos temas son un grado a la hora de desenmascararlos. No concibo a un piloto de combate a los mandos de un caza F-18 editando un vídeo para hacernos creer que ha captado un ovni. Repito que lo más sensato es decir que no lo sabemos, formularemos nuestras teorías o no y… ningún mindundi o experto venga a decirte «no puedes pensar eso». Así que, al hablar de vida inteligente, más allá de nuestra visión antropocentrista, deberíamos considerar que ninguna sonda, ningún telescopio, ha examinado cada palmo del universo. Ni siquiera sabemos si el universo tiene límites, si tuvo un principio o tendrá un final. ¿Y lo que captó la cámara del F-18? Podrá ser incluso un aparato de construcción humana, o no. Todo objeto volador no tiene por qué tener forma de avión, dron, o helicóptero. Por eso, es lo sensato decir que no lo sabemos. Y a la frase del ya difunto astrofísico, astrobiólogo, cosmólogo y etc., Carl Sagan o, también atribuida al astrónomo Martin Rees, me remito: «La ausencia de evidencia no es la evidencia de ausencia».

Hagamos un esfuerzo y pongámonos en el supuesto de que existen. Quizá incluya mi aprensión a la mayoría de los políticos. Se tiene la creencia de que, si los aliens se presentan ante nosotros, lo harán a través de los gobiernos; que solo estos pueden establecer el contacto. Y es que estos políticos tienen el estatus para tamaño honor y el pueblo somos la mierdecilla e indignos ante estos seres superiores. De ahí surge la teoría que vendrán a colonizarlos, que se aliarán con los gobiernos o los suplantarán, etc. Volvemos al antropocentrismo que surgió en el Renacimiento y del cual aún no hemos salido. De los innumerables planetas que habrá en el universo —y me refiero solo a los que reúnan condiciones favorables para la vida— los extraterrestres mostrarían interés en nuestra Tierra, en nuestros supergobiernos y en nosotros los humanos. Claro que sí…

Pero lo más sensato de todo, son los testimonios —y algunos con pruebas— de personas que atestiguan experiencias de este tipo. Ahí volvemos a «como yo no lo he visto y puede ser un fraude, es mentira». Vuelvo a lo mismo: no lo sabemos. Desde mi experiencia puedo hablar de otra gran pregunta y, relacionada, como es el dualismo de cuerpo y alma, por tanto, la vida más allá de la muerte. De mis experiencias con… digamos lo insólito, ya iré hablando poco a poco. Y no son pocas, ni me ocurren una vez cada… Hace unos días y, como de costumbre, capta mi atención, observo en busca de una explicación lógica, no la encuentro y vuelvo a lo mío. Bueno, ¿explicación lógica? Puede ser un detalle para considerar el que esté maquinando un futuro libro y, en ese momento, me acordase de mis abuelos fallecidos porque esa historia tendrá mucha relación con ellos. Me ocurrió desayunando en la terraza del bar. Si le llega a ocurrir a otra persona habría pegado el bote, todo encima de la mesa a tomar viento y se habría marcado un simpa porque no habría vuelto. Ya digo que estoy muy acostumbrado. De hecho, estas experiencias me inspiran para escribir terror; ni qué decir, mi afición por el misterio. A lo que voy: yo sé lo que he visto, lo que he escuchado y lo que he sentido. Siento que suene borde, pero lo demostraré si quiero o cuando vea la necesidad. Quien quiera creerlo bien y, quien no, pues tendrá sus razones y las respetaré.

Venga, os cuento lo que me pasó: el cuenquecito de tomate se movió. Tampoco es que saliera disparado, fue nada. Comprobé si la mesa estaba algo inclinada —que no lo estaba— y si tuvo algo que ver un poquito de aceite derramado bajo el recipiente. Menos voy a mentir cuando daba la casualidad de que estaba pensando en mis difuntos abuelos; lo que supondría una falta de respeto, algo ilógico. ¿Pudo ser producto de mi imaginación? Por eso lo más acertado es dejarlo como inconcluyente; ni afirmarlo ni negarlo. Vi lo que vi y ya está.

Con la religión me ocurre algo similar. Me he criado en una familia católica y desde que tengo uso de razón tengo tal creencia. Hay un pasaje del Evangelio en el que Jesús se aparece a sus discípulos y creen que en verdad ha resucitado. Más tarde llega el apóstol Tomás, pero no queda muy convencido. Jesús le ofrece la prueba y le permite que toque sus llagas y así desengañarse. Entonces concluye: «Porque me has visto, Tomás, creíste: bienaventurados los que no vieron y creyeron». Eso es la fe, no solo del cristianismo, sino de la totalidad de religiones; amén de la existencia del alma, de vida inteligente más allá de las estrellas; de lo que aquí tratamos. Me remitiré a tres de varias experiencias. Le tengo mucha devoción a la virgen de la Paz de Córdoba. Le pedí por una amiga que daba por suspenso un examen —éramos compañeros de clase— y aprobó. Un verano fue a la playa, cogió una insolación y ya sabréis que trae consigo fiebres y dolores a causa de las quemaduras de segundo grado. Volví a acudir a la virgen y en nada se recuperó. El día de antes del examen de conducir de mi amigo, acudí de nuevo y mi amigo aprobó. ¿Que lo creáis o no? Debe de haber diversidad de opiniones. Si tú crees en algo, es porque así lo has decidido o porque tengas tus razones, pero nunca, como se le atribuye, precisamente, a las religiones, porque nadie te lo imponga. Y no hay por qué demostrarlo si no quieres. Como decía, tú sabes lo que has visto, lo que has oído, lo que has sentido, a la conclusión a la que has llegado.

Hasta dentro de siete días, amigos.

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